¿Por qué estamos tan calientes?
- guenduvi
- 27 sept 2014
- 3 Min. de lectura
Fis. Alfredo Osorio S.
Quizá usted no haya escuchado el nombre de Louis Morín. Morín fue un médico, botánico y académico parisiense que durante casi 40 años, ininterrumpidamente, estuvo haciendo tres –o hasta cuatro- tomas diarias de la temperatura (así como de la presión atmosférica, la humedad del aire, la pluviometría, el volumen de las nubes, la niebla, la dirección y la fuerza del viento), realmente desde febrero de 1665 a julio de 1713.
Aparte de esta proeza, los científicos de varias partes del mundo –y de todos los tiempos- han estado midiendo la temperatura de nuestro planeta. Por ende es pertinente tratar, primeramente, el concepto de temperatura. La temperatura es resultado de las leyes de la termodinámica. La ley cero y la segunda ley de la termodinámica son cruciales para deducir el concepto de temperatura. Antes de esto, es decir antes de obtener la variable termodinámica temperatura es preciso aclarar las dos leyes mencionadas líneas arriba. La ley cero dice que sí dos sistemas A y B están en equilibrio térmico con un tercer sistema C, entonces están en equilibrio térmico entre ellos (Ay B). La segunda ley involucra un concepto toral: la irreversibilidad. Este concepto, la irreversibilidad, está intrínsecamente ligado al enunciado de la segunda ley de la termodinámica que dice: en un estado de equilibrio, los valores que toman los parámetros característicos de un sistema termodinámico cerrado son tales que maximizan el valor de una cierta magnitud que está en función de dichos parámetros, llamada entropía.
Lo anterior invita a entender el concepto de entropía. De manera popular podemos entender a la entropía como el monto que nos dice la cantidad de energía que podemos (y la que no podemos) utilizar para “hacer trabajo”, trabajo entendido desde el punto de vista de la física. La entropía, también, nos dice que tan “irreversible” es un proceso, y significa evolución o transformación. Bien, esta cantidad, la entropía, está relacionada con el concepto de calor y temperatura mediante una fórmula relativamente sencilla, desde luego, no permite la confusión entre calor y temperatura, términos que popular y frecuentemente son confundidos.
Regresando al tema de esta entrega. La temperatura ha sido medible con distintas escalas que se han dado en el mundo en distintos tiempos. Seguramente le resultarán familiares los “grados centígrados” ora bien los Fahrenheit o los “kelvin”. Respecto a los centígrados y Fahrenheit son muy parecidos: los centígrados –inventados por el astrónomo sueco Andrés Celsius, en 1742- dividen el rango entre el punto de ebullición (100 oC) y el punto de congelación (0oC) del agua en cien partes iguales. Los Fahrenheit hacen algo parecido nada más que en lugar de dividir el rango anterior en cien partes iguales lo hacen en 180 partes iguales, habrá que recordar que la escala Fahrenheit fue creada 18 años antes que la de Celsius. Mención aparte merece la escala Kelvin (creada por el físico William Thompson – Lord Kelvin, en 1848). Es la más importante ya que su importancia radica en que su cero corresponde a la situación en la que moléculas y átomos de un sistema tienen la mínima energía térmica posible, es decir, ningún sistema macroscópico puede tener una energía inferior por lo que a este tipo de medición se le conoce como “temperatura absoluta”, y su relación, por ejemplo, con la escala Celsius, corresponde a grados centígrados más 273.15 igual a grados kelvin.
Los grados Kelvin y Celsius corresponden a una simple relación aritmética. Eso es lo de menos. Realmente lo más importante es considerar la existencia de un ente termodinámico, que denominaremos temperatura, ente medible por medio de un termómetro; la existencia –centenaria- de ese dispositivo que nos permite hacer las mediciones de la temperatura de un ser humano, de un animal, de una región, de un país, del planeta, del sol, de una estrella, etc., por supuesto, con el dispositivo adecuado.
La precisión en la medición de la temperatura ha permitido afirmar que durante el siglo XX hubo un aumento en la temperatura de 0.6 grados Celsius. Aparentemente el aumento de un poco de más de medio grado centígrado no significa demasiado, sin embargo las consecuencias han sido espectacularmente desastrosas: aumento en la pluviosidad mundial, derretimiento de las zonas polares, aumento del nivel del mar, extremosidad de los periodos de sequía y de lluvia, aumento de los incendios forestales, anormalidades de la fenología en las plantas (salida las hojas, floración, fructificación, caída de las hojas) y fenología de los animales (llegada de las aves migratorias, desarrollo de los insectos, …) con las consecuencias conocidas en los ecosistemas.
El aumento en la temperatura del planeta se atribuye, con sobrada evidencia, a la acción antropocéntrica. El crecimiento poblacional provoca las necesidades industriales y, como colofón, cantidades incalculables de basura. La reflexión colectiva busca soluciones al problema, empero, el tiempo transcurre y las soluciones parecen más distantes, sin embargo… seguimos con la indiferencia social, y…el tiempo apremia.
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