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La FILEC 2015: una feria de letras y ciencia


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Como cada año, las puertas de las instalaciones del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) en Tonantzintla, Puebla se abrieron de par en par para recibir a un público ya acostumbrado a lo que ahí se ofrece en estas fechas: una feria de ciencia, literatura y cultura. Con mucho éxito se llevó a cabo la Octava Feria Internacional de Lectura (y Ciencia) (FILEC 2015), organizada principalmente por el Consejo Puebla de Lectura y el INAOE. Durante los cuatro días que duró, miles de estudiantes, jóvenes, maestros, niños y hombres y mujeres de la tercera edad, compartieron con los talleristas (voluntarios la gran mayoría provenientes de instituciones educativas como el INAOE, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, la Universidad de las Américas Puebla, el Instituto de Astronomía de la UNAM, el Instituto Francisco Esqueda, la Escuela Normal Federalizada, o asociaciones promotoras de la divulgación y la ciencia como Intelicencia, Hipercubo, así como la Editorial Lunetario, el Instituto Municipal de Arte y Cultura de la ciudad de Puebla, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) a través del Programa Nacional Salas de Lectura y Alas y Raíces, el IUPAC de Atlixco, la Alianza Francesa de Puebla, la Academia Mexicana de Ciencias, Casa Activa 64, El Pedal, entre otras) y con las editoriales que se dieron cita en los campos de la institución. Además de talleres de ciencia, tecnología, conservación del medio ambiente, observación de aves, noches de observación astronómica, reciclaje, a los más de 20 mil asistentes, quienes pudieron también escuchar a numerosos cuentacuentos, bandas de rock para niños, espectáculos de malabaristas, y participar en la presentación de numerosos libros, la mayoría de ellos dirigidos a públicos lectores de jóvenes y niños. Una gran fiesta de lectura, cultura y ciencia.

Para los que hemos asistido a lo largo de los últimos 8 años a este evento único en el mundo (una feria de promoción de lectura, llena de actividades de promoción y acercamiento a la ciencia, desarrollándose alrededor de un espacio único: un observatorio), nos sigue maravillando cómo la gente se acerca a las distintas instalaciones y se anima a hacer preguntas. Se embelesan contemplando la legendaria Cámara Schmidt, cuyo acervo de imágenes fotográficas pronto se convertirán en un patrimonio cultural de la humanidad. Aprenden cómo los astrónomos pioneros del antiguo Observatorio Astronómico Nacional (antecesor del hoy INAOE), Luis Erro y Guillermo Haro, descubrieron tras numerosos análisis minuciosos de las placas fotográficas nuevos cuerpos celestes, haciendo contribuciones de frontera a la Astronomía mundial. Imaginan a todos aquellos hombres y mujeres que trajeron a cuestas el amor por la ciencia hasta este paraje provinciano, más cercano a la pobreza y humildad del campo mexicano que a la urbe y la civilización de la época. Y en un acto de reivindicación social y cultural, transformaron a Tonantzintla en una meca científica, aun hoy visitada por nacionales y extranjeros. Sin duda, mirar a los niños correr por entre los numerosos árboles que adornan ese espacio donde conviven ciencia y tradiciones milenarias (antes en ese cerro había un adoratorio a la “niña pequeña”, la virgen Tonantzin, que los lugareños veneraban), nos inyecta una muy necesaria dosis de esperanzas en un mejor futuro. Uno en donde la ciencia y la lectura jugarán un papel central e imprescindible.

Tuve el gran honor de poder ocupar un espacio de tiempo en la agenda de la FILEC 2015 para presentar mi primer libro de divulgación científica: “Ciencia sin complicaciones”, una compilación y selección de varios de los escritos que he elaborado a lo largo de los últimos 10 años. La mayoría de éstos fueron previamente publicados en diversos espacios de comunicación como el periódico El Financiero, Milenio Puebla, Síntesis, La Jornada de Oriente y La Catarina (periódico estudiantil de la UDLAP). Como comentó mi estimado colega y amigo divulgador Ricardo Quit, quien me acompañó junto a mi otro colega y amigo el periodista científico Gerardo Sifuentes Marín (coordinador editorial de la revista de divulgación MUY INTERESANTE), mi libro tuvo muchas transformaciones a lo largo de los últimos 3 años en que pasó de una idea a una realidad. Muchos nombres se ensayaron, y prácticamente todos los ensayos se reescribieron dos o más veces hasta llegar a su forma final. En su formato casi definitivo, el libro participó en el Primer Concurso Internacional de Divulgación Científica “Ruy Pérez Tamayo”, en donde si bien no ganó, consiguió ser uno de los 7 finalistas (de entre más de 75 propuestas, provenientes de México, Colombia, Chile, Argentina, Venezuela y otros países hispanoparlantes). Finalmente, el proyecto fue acogido por la Editorial de la Universidad de las Américas y a través del cuidadoso trabajo de Brisa Tatiana Niconoff y del cuerpo editorial de EDAF, terminó en una hermosa obra impresa que, detalles más detalles menos, me ha dejado sumamente satisfecho (y espero que también deje así a sus lectores).

Tuve el gran privilegio de que “Ciencia sin complicaciones” fuera apadrinada con un prólogo por uno de los divulgadores científicos (y químico) que yo más admiro, el Dr. Roald Hoffmann, quien recibió en 1981 el Premio Nobel en Química. A lo largo de los últimos 15 años, mi amistad con Roald me ha permitido compartir sus pensamientos sobre el papel de la Química (y la ciencia) en la cultura y la sociedad, así como emocionarme con su prolífica obra escrita que se distribuye entre ensayos sobre ciencia y química y cultura, y poesía con un trasfondo científico. Inspirado por su ejemplo, he tomado a la escritura como una herramienta más en mi experiencia profesional, para tratar de comunicar a la ciencia a un público extenso y variado. Mi próximo proyecto editorial, que sin duda presentaré en una FILEC futura, es un homenaje a mi amigo Roald en el que abordaremos (a través de las plumas de varios colegas científicos y artistas), las interrelaciones existentes (y muchas veces invisibles) entre el arte y la ciencia, la ciencia y el arte. Eventos como la FILEC son una afirmación a esta interrelación. No podemos despegar nuestro amor por la cultura y la lectura de nuestra pasión por la ciencia y la comprensión del mundo que nos rodea. Eventos como esta Feria de Lectura son una ventana hacia nuestro propio interior que nos permiten enamorarnos más (si es que esto es posible) del invento más grande que la humanidad ha hecho a lo largo de toda la historia de la civilización. Uno que nos permite viajar en el tiempo, sumergirnos en la profundidad de selvas, océanos o barrancas inexploradas; atravesar el espacio infinito y conquistar nuevas estrellas y sistemas planetarios. Uno que nos educa, divierte y concientiza. Y es claro que estoy hablando del libro, el personaje central de las FILECs. ¡Que viva la lectura y la ciencia!

p.d. “Ciencia sin complicaciones” está disponible en la Tienda Universitaria UDLAP o a través del autor.

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