El negocio de la sal
Alfredo Osorio S.
“Debe haber algo extrañamente sagrado en la sal: está en nuestras lágrimas y en el mar”
Khalil Gibran
Hace más de 10 años, durante un congreso de la Sociedad Mexicana de Física, estaba comiendo con un grupo de científicos en el zócalo de la ciudad de Oaxaca. Durante la comida, uno de los mejores químicos del país me pidió que le pasara la sal. Grande fue mi sorpresa cuando, al darle el salero, me pidió que no se lo diese directamente en su mano, que depositase el salero en la mesa ya que sino le “pasaría mala suerte”. Sírvame esta anécdota para la columna de este día: la sal – además, para reconocer que no es necesario no asistir a la universidad para tener un universo de creencias absolutamente injustificadas, al menos a mi juicio.
Acerca de la historia de la sal existen “lugares comunes” que se pueden encontrar en internet. Elementos del lugar común como la estatua erigida el ingeniero chino Li Bing, ingeniero que –al menos en nuestra época actual- nos resultaría extraño: “ingeniero en minería de sal”. O bien, la construcción de la “Vía Salaria” una calzada romana de 242 kilómetros que iniciaba en Roma y llegaba hasta el mar adriático, para transportar la sal que era la “moneda de cambio” para pagarles a los soldados romanos. Pero, dejemos las anécdotas y veamos que es la sal y para que sirve.
La sal, en estado puro, es un compuesto de cloro y sodio, conocido como cloruro de sodio. En estado puro es cristalina, sin embargo pocos la han visto así, casi todos la conocemos de color blanco y, en algunos casos, rosácea o de otras tonalidades, tonalidades que dependen de tipo de impurezas que albergue la sal, por ejemplo impurezas de cloruro de magnesio (MgCl2), sulfato de magnesio (MgSO 4), sulfato de calcio (CaSO4), cloruro de potasio (KCl) y bromuro de magnesio (MgBr2). La sal que llevamos a la mesa (es la única roca que podemos comer) puede tener distintos orígenes; se puede obtener por evaporación al aire libre del agua de mar en alguna salina, o bien, en minas terrestres de sal.
En el cuerpo humano el déficit en el consumo de sal (debemos consumir de 2 a 3 gramos de sal diariamente) nos provoca calambres en las piernas. Estos son síntomas a considerar; las neuronas (más bien el axón de una neurona) queda polarizado con cargas negativas en el exterior y cargas positivas en el interior, bajo la acción de un estimulo la membrana neuronal deja pasar más iones sodio lo cual produce una despolarización local que se propaga a lo largo de la neurona, es así como se transmiten los mensajes nerviosos. Por tanto, para que funcione bien nuestro sistema nervioso, es menester mantener una cantidad suficiente de sal en el medio acuoso que baña las células. Cuando un corredor de maratón termina la carrera (aún antes) vemos que es presa de calambres, ya que durante la carrera ha excretado –por medio del sudor- hasta un 90 % de la sal que tiene su cuerpo.
En la industria química, de la sal se obtiene cloro y sosa, de la sal se derivan más 14 mil usos industriales, por ejemplo, el cloro sirve en la transformación del etileno en cloruro de vinilo y de ahí el siguiente paso es su transformación – cuando se polimeriza- se convierte en policloruro de vinilo (PVC); y la sosa, entre otras aplicaciones, sirve para hidrolizar, es decir, para fragmentar polímeros naturales como la celulosa, crucial par la industria del papel. Las aplicaciones industriales de la sal son diversas, la salinera más grande del mundo se encuentra en Guerrero Negro, Baja California Sur; ahí se encuentran explotando 40 000 hectáreas que dan 7.5 millones de toneladas de sal que generan 65 millones de dólares al año. Ciertamente el abuso del consumo humano puede producir enfermedades, el licenciado Calderón Hinojosa lo advertía hace pocas semanas al prevenir a las grandes compañías productoras de comida chatarra (Bimbo, entre otras) pero, como las advertencias de las compañías de cigarros y bebidas alcohólicas, suenan falsas, falsas.
De neurona a neurona:
“Para ser científico debo afirmar lo que veo y dudar lo que creo.”
Anónimo