La pandemia que viene
Fis. Alfredo Osorio S.
<<Las epidemias han tenido más influencia que el devenir de nuestra historia>>
George Bernard Shaw
Un inquietante artículo en la revista Investigación y Ciencia del mes de agosto de 2012, firmado por Fred Guter, nos previene sobre la peligrosidad del virus H5N1. Las cepas H5N1 son realmente preocupantes ya que han mostrado una elevada mortalidad en las personas que tienen contacto directo con las aves, en pocas palabras, un virus que es letal para las aves, por una mutación, se convierte en mortífera para los humanos.
Es poco conocido el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroaliementaria (SENASICA), esta dependencia del gobierno federal informó que en esta semana se sacrificaron 2 millones de aves para reforzar el cerco sanitario e impedir la propagación del virus AH7N3. La Sagarpa (Secretaría de Agricultura Ganadería Desarrollo Rural Pesca y Alimentación) también ha presentado un boletín acerca de la puesta en marcha de un cerco sanitario nacional, el objetivo es aplicar 40 millones de dosis, únicamente en el centro del país.
Aquí no es el problema de aplicar esa cantidad de dosis. El verdadero quid del asunto reside en la efectividad de los mismos. La dinámica genética, las variaciones de las mutaciones son de tal velocidad que nos dejarían indefensos ante una mutación como la que expone el investigador Fred Guter. La Sagarpa ha declarado que ha sacrificado 2 millones de aves (principalmente de las granjas de uno de los zares de la industria avícola, el señor Eduardo Bours, de triste memoria en la política nacional, el dueño de Bachoco).
Como usted es buen observador, se habrá dado cuenta de que he hecho mención de dos tipos de virus: el AH7N3 y el H1N1. Sin embargo, el problema es el mismo. Lo que a la mayoría de las especies nos ha llevado cientos de miles –o millones de años- a un virus sólo le lleva décadas, o muchísimo menos, en mutar. Estos entes nanomicroscópicos (divida un milímetro en diez millones de partes iguales, y una de esas partes es el tamaño de un virus) tiene esa particularidad: su extraordinaria velocidad mutante. He aquí la preocupación de los principales virólogos del mundo, ya que aparte de la velocidad, alguna cepa podría convertirse en letal para los humanos. Recordemos lo que pasó en la primavera de 1918 –hace casi 95 años- con la “gripe española”; en medio año dio cuenta de más de 50 millones de seres humanos; los que empezaban a enfermar tomaban un color rojizo, de ahí a un color azulado (cianosis), y de ahí, a la fosa. La manera de contagiarse es extraordinariamente sencilla: con un estornudo se pueden liberar alrededor de 150 mil virus, cada virus con un periodo de “vida” de 35 días.
Le presento un fragmento de cómo iniciaron las investigaciones que relacionaron –lo que se sospechaba desde tiempo atrás- las cepas de virus aviarios con los humanos. Este fragmento lo puede leer en el número que le mencioné en el primer párrafo de esta entrega:
<<Las gallinas ya padecían la enfermedad cuando Yoshihiro Kawaoka llegó a EE.UU., en agosto de 1983. Pocos meses antes, en abril, un virus de la gripe aviar había aparecido en las granjas avícolas del este de Pensilvania, pero los veterinarios lo habían considerado de baja patogenicidad, es decir, hacía enfermar a las aves pero apenas mataba a algunas de ellas. Sin embargo, mientras el virus se extendía por las granjas avícolas, se formó una cepa nueva. Las gallinas empezaron a morir en grandes cantidades y los granjeros comenzaron a temer por su medio de vida. El estado llamó al Departamento de Agricultura de EE.UU., que estableció un centro de mando y control temporal en un centro comercial a las afueras de Lancaster. Con el fin de contener la epidemia, se sacrificaron 17 millones de aves desde Pensilvania hasta Virginia. Kawaoka era un joven investigador japonés que había empezado a trabajar en el Hospital de Investigación Pediátrica San Judas, en Memphis. Su jefe, el virólogo Robert Webster, defendía una teoría: los virus de la gripe humana se originaban en poblaciones avícolas, circulaban de forma inofensiva entre los patos y los gansos y, de vez en cuando, una cepa adquiría la capacidad de sobrevivir en las vías respiratorias superiores de los humanos. Afirmaba que, para combatir la gripe humana, había que comprender primero la gripe aviar. En noviembre, cuando Webster se enteró de la gravedad del brote, lo dejó todo y se dirigió a la zona afectada>>
Especialistas del ramo como Dick Thompson, María Cheng, el Segundo Congreso Mundial de Virología (septiembre de 2004), en diferentes fechas y lugares, han lanzado voces de advertencia –y de alarma- sobre el problema, y a decir verdad, en ninguna parte del mundo estamos preparados; las mescolanzas de virus dan como resultado nuevas propiedades, sin embargo, la necesidad de alimento, en este caso de aves, encubre y minimiza el problema. Sólo en China hay 14 mil millones de aves, empero, un riesgo mayúsculo lo constituye la interacción de las aves caseras (por ejemplo, patos) con las migrantes. Podríamos poner a buen cuidado nuestras aves pero no podríamos cuidar a las que vienen temporada tras temporada.
Ojalá, lo deseo sinceramente, esta columna sea alarmista y no contenga un ápice de verdad. Pero es pertinente que exijamos a las autoridades correspondientes mayor información. Podemos, como sociedad, demandar la creación de un Centro Nacional de Investigaciones en Bioseguridad, ya que los que existen, son pequeños y trabajan aisladamente, como los signos de nuestros tiempos en Ciencia y Tecnología.
De neurona a neurona:
Parafraseando a Vicente Fox:
<<La “influencia” es una enfermedad muy grave>>