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¿Qué universidad es la mejor? ¿Dónde quedan las universidades de garaje?

Fis. Alfredo Osorio S.

Comparar, comparar, comparar, ese es el tema. Tratar de elegir la mejor universidad o institución de educación superior representa una de las tareas más complicadas de hacer. Cuando hacemos comparaciones la elección –teóricamente- no representa mayor dificultad para elegir a la mejor. Si, por ejemplo, queremos saber quién es el ser humano más veloz del planeta en 100 metros de distancia, deberemos disponer de una pista que cumpla disposiciones olímpicas, relojería de la más avanzada tecnología, cámaras de televisión “a modo”, etc. Nadie discute que Usain Bolt, es el más veloz de los seres humanos en la actualidad, es decir, con los sistemas de medición nadie pone en duda que es el más rápido del planeta.

La situación cambia si queremos conocer cuál de las cientos de miles de universidades del mundo es la mejor. Varios organismos internacionales han creado diferentes índices de calidad educativa para saber cuál es la más sobresaliente del planeta. A mi juicio es imposible obtener dicho resultado. No obstante existen ciertos criterios que avalarían los resultados que emiten dichos organismos, es decir, que aunque sea imposible certificar dicha tarea, habría un gran porcentaje de veracidad en concluir que la Universidad de Harvard es la mejor del mundo.

¿Cómo se concluye que Harvard es la mejor Universidad del mundo? Existen varias empresas, gobiernos, y las mismas universidades e instituciones de educación superior que mediante la utilización de ciertos protocolos, índices de calidad de educación, rankings webs, etc., nos dan una buena aproximación de la calidad de las instituciones.

En un interesante artículo del argentino Osvaldo Barsky, titulado “Acerca de los rankings internacionales y su repercusión en las universidades argentinas” Revista Electrónica “Debate Universitario Número 1 2012” (osvaldo.barsky@gmail.com) se presenta un resumen acerca de cómo aplicar los índices de evaluación de la calidad de las instituciones de educación superior. En este documento se relata el origen de la historia de las clasificaciones de las universidades; desde el año 1870 los norteamericanos empezaron a evaluar a sus universidades; en 1911 la Oficina de Educación norteamericana publicó una evaluación de 344 instituciones gringas; en 1925, Raymond Hughes, presidente de la universidad de Miami, publicó “A Study of the Graduate School of America” donde se clasificaban 26 disciplinas de 36 instituciones de acuerdo a su “reputación”. En la década de los 70s y 80s del siglo pasado se realizaron los intentos más importantes para la invención de un conjunto de índices que, todavía, se siguen utilizando en la actualidad; desde 1983 las revistas USNews y el World Report han publicado, anualmente, las mejores escuelas de posgrado norteamericanas, fundamentándose en 6 indicadores y 10 subvariables; para ciertas disciplinas (por ejemplo, administración y negocios), estas revistas empezaron a tomar en consideración la opinión de los académicos, los usuarios y a las empresas. Lo anterior cobró importancia toral ya que los recursos económicos de los centros de educación superior empezaron a indexarse a sus posiciones dentro de los rankings aplicados por los “especialistas” en las calificaciones. Esta práctica –errónea a mi juicio- sigue pesando en la actitud institucional de las universidades mexicanas hoy en día.

Considero que el trabajo de calificar a una institución debe profesionalizarse. Especialistas en informática, base de datos, minería de datos (parece lo mismo pero no lo es), estadísticos, matemáticos, y, en general, especialistas de cada disciplina que se debe evaluar. Los que se dedican a la calificación de universidades mexicanas deberán seguir el ejemplo de los clasificadores como la Academic Ranking of World Universities (ARWU) al enfocar esas clasificaciones hacia las universidades de investigación, contrario sensu a las universidades orientadas a los negocios, por ejemplo.

El tema es infinito. Por cuestión de espacio y tiempo debo dejar este tema, empero, quiero finalizar con una exhortación a los opinantes que aparecen en las tres citas finales de la red que muestro abajo. El enojo de algunos estudiantes de ciertas universidades cuando ven que la institución en la que estudian no aparece en el ranking. También, en otro tono de exhorto, a algunos miembros del ITAM (Instituto Tecnológico Autónomo de México) que presumen de haber tenido, por ejemplo, a un borrachín y sanguinario ex presidente de México, claro, al harvadiano Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa. No, el ITAM no puede presumir de esa manera, su orgullo debe sustentarse en lo estrictamente académico, técnico y científico.

Sobre el título de esta entrega, en el que aparece el término “universidades de garaje” se refiere a que el Estado (sí, el Estado de Puebla) ha dado el aval para el funcionamiento de 7 universidades patito, o de garaje, término acuñado por el presidente ecuatoriano Rafael Correa cuando presento su proyecto de gobierno para su reelección. El manifestó que era un cáncer –la existencia de las universidades de garaje- para la educación de su país. Aquí, se piensa en forma contraria.

Consulta de rankings:

http://www.shanghairanking.com/

http://rankings.americaeconomia.com/2012/ranking-universidades-mexico/metodologia.php

http://rankings.americaeconomia.com/2012/ranking-universidades-mexico/encuestas.php

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