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¿Necesitamos formar profesionales en ciencias?

Miguel Ángel Méndez Rojas

La semana pasada reflexionábamos sobre la importancia que tiene la Química en la sociedad y economía actual, en referencia al fenómeno del cierre de varios departamentos de Química en Europa durante la década pasada (y su posterior reapertura, en esta década, al darse cuenta del error que cometieron entonces, ver liga: http://archivo.e-consulta.com/blogs/quidnovi/?p=2555). Definitivamente, podemos extender esa reflexión al resto de las disciplinas científicas, así como a varias del área de Humanidades y Artes. ¿Qué tan pertinente es formar un Filósofo, o un Licenciado en Humanidades o Artes Plásticas? ¿Realmente necesitamos Biólogos o Físicos? Algunos podrían alegar que no los necesitamos. Que, por ejemplo, la filosofía es algo antiguo, que hoy en día no ha habido aportaciones significativas, digamos una nueva corriente filosófica al estilo de las que Aristóteles, Platón, Tomás de Aquino, Epicuro o Marx, Engel, Foucault o Kant propusieron. O qué nadie (nadie) lee ya a los grandes filósofos, de cualquier época, no importa lo complicado que sean sus nombres o sus teorías. Cambiando los nombres y las teorías, lo mismo podría decirse de las demás disciplinas. Creemos que ya no hay nada nuevo bajo el Sol. Que todo lo que podía ser descubierto, filosofado o reflexionado, ya ha sido hecho. Incluso esta columna de divulgación.

Y para muestra un botón, dirían los administradores académicos. Uno se va a Google y escribe “empleos en investigación científica” o en filosofía o humanidades y, pues lo que ahí sale puede resultar descorazonador: docente, docente, voluntariado, profesor de secundaria, asistente de investigador. Y con esos datos “duros”, justifican sus decisiones. “Nadie los quiere”. “Están fuera de moda”. Como si el mercado estuviera absorbiendo la sobreoferta existente de médicos, contadores, administradores y economistas, entre muchas otras profesiones de “alta demanda” en las instituciones educativas. Nos ponemos a pensar en que nadie le va a pagar a un profesional por sentarse a pensar sobre la vida o sobre la ciencia. Que lo que este mundo necesita son manos que sepan apretar correctamente un botón, y gente capaz de diseñar los botones, e ingenieros capaces de imaginar las máquinas en las que los botones van pegados y así, una cadena de profesionistas ligados entre sí por una necesidad: tener máquinas con botones que al oprimirlos sean capaces de construir más máquinas con botones. De seguir esa cadena de un mercado de necesidades que rigen la oferta educativa, en el futuro solo necesitaremos de ingenieros en sistemas que sepan programar a las máquinas y de ingenieros mecánicos que sepan reparar las máquinas que construyen más máquinas. ¿Médicos? Para qué, si todo lo podrá hacer un robot cirujano o una consulta virtual a una Inteligencia Artificial que a partir de nuestros síntomas y signos, nos podrá dar un diagnóstico muy preciso y referenciarnos a un hospital cercano en donde, más máquinas nos atenderán. Con visiones del futuro de este tipo, podemos entender porque son tan exitosas las películas de ciencia ficción.

http://es.wikipedia.org/wiki/Singularidad_tecnol%C3%B3gica

Pero pensar así, es pensar equivocadamente. Tal vez hoy, más que nunca, nos urgen las disciplinas en Ciencias y Humanidades. Las grandes empresas están dirigidas muchas veces por ellos. Cada vez es menos probable encontrar un CEO de una empresa innovadora o de alta tecnología con formación profesional de ingeniero o administrador. Incluso es posible encontrar a jefes de estado o a la misma cabeza de la iglesia católica, deportistas destacados, artistas e intelectuales, quienes en su formación profesional muestran diplomas de “Química”, “Física”, “Filosofía”, “Artes” o “Humanidaes”, en lugar de ciencias políticas, derecho, teología o economía. Tal es el caso de Margaret Thatcher y el Papa Francisco I (químicos), la CEO de Pepsico Indra Nooyi (física, química y matemáticas), Germán Dehesa (químico), Brian May, guitarrista del grupo británico Queen (astrofísico), y varios más. Muchos de ellos son científicos de formación, filósofos o humanistas. ¿Por qué? Mi opinión personal (pero suelo equivocarme mucho) es que todos ellos han tenido una formación “general” sobre las cosas, y han aprendido a desarrollar un pensamiento crítico y creativo, que les permite hacerse preguntas y responderlas con los elementos básicos de su formación. Y no solo eso, se han hecho creativos en la búsqueda de estrategias para resolver problemas complejos (los más comunes en el mundo cotidiano) a través del uso de modelos propios de sus disciplinas e implementándolos en nuevas áreas. De esta forma, modelos físicos empleados para entender el movimiento de partículas en un gas se han empleado para predecir el comportamiento de la bolsa de valores, o complejos modelos matemáticos que simulan poblaciones de un ecosistema, pueden ayudarnos a comprender lo que ocurriría con el tráfico en una ciudad densamente poblada.

http://es.wikipedia.org/wiki/Brian_May

En realidad, cada disciplina necesita una vocación. Y ciertamente, por mi experiencia cotidiana al participar en conferencias o talleres con jóvenes estudiantes de secundaria o preparatoria, hay numerosos estudiantes interesados en el estudio de las ciencias, al igual que de las humanidades o las artes. Lamentablemente sus familias, la sociedad, sus amigos les imponen un paradigma trágico: de que estas áreas no son redituables, de que se van a morir de hambre, de que es mejor irse a lo seguro. La medicina, las leyes, los negocios, la contaduría, la administración de empresas. Y sí, son profesiones seguras de algo: de que es muy probable no encontrar trabajo y, peor, satisfacción en la vida si no es lo tuyo. Sigue tus sueños.

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