¡Vacunar o no vacunar, ésa es la cuestión!
Miguel Ángel Méndez Rojas
Hay una polémica muy activa en las redes sociales alrededor de las razones para no vacunar a los niños o niñas. Para tratar de generar una visión desde mi perspectiva científica, decidí leer varios sitios en internet disponibles y que defienden esa postura. Igualmente, me informé en sitios de internet sobre las posiciones a favor de la vacunación. Finalmente, me quedó claro que no puedo asumir una posición neutral, ni mucho menos quedarme callado ante una práctica que es, además de peligrosa, irresponsable para la salud no solo de los pequeños que no son vacunados, sino en general de la población. El derecho a la protección de la salud de nuestros hijos no nos pertenece y tomar la decisión de no vacunarlos, los expone (lamentablemente) al riesgo de sufrir devastadoras consecuencias en el caso de que lleguen a presentar la enfermedad.
Una activista de nombre Megan (de quien hablaré más adelante), escribe una larga respuesta a un documento que circuló en las redes sociales de manera reciente titulado “Dear Parents, are you being lied to?” (en donde defienden la vacunación), y que con el título “Dear parents, you are being lied to” intenta debatir los errores y fallas del primer artículo, para reafirmar su posición en contra de la vacunación a infantes.
Lamentablemente, su argumentación carece de varias cosas esenciales (para empezar: de fundamentación científica) y abunda en posturas que son más supuestos y opiniones personales que intentan convencernos sin argumentos de ideas que por su propia naturaleza podemos llegar a creer que tienen algo de razón por nuestra natural tendencia a creer en teorías conspiracionistas (la ambición desmedida por ganancias de la industria farmacéutica, las medidas de control poblacional de las grandes compañías trasnacionales, la creación de generaciones de individuos sin capacidad mental para rebelarse ante el gobierno, etc). Menciona que enfermedades como la viruela, la varicela o la gripa (influenza) no han sido tan graves en los últimos 30 años, pero no hace conciencia histórica para recordar graves epidemias que segaron la vida de miles (o millones incluso) de personas en tiempos no tan lejanos. Además, su cálculo (hecho en el aire) de que la varicela causaba solo 0.4 muertes por cada millón de personas, no es correcto. Con ese número, en 25 años no habría 2,262 personas muertas por infección de varicela como ella escribe, sino 70,000 personas (2,800 por año). Un número que sin duda sería mayor si no hubiera defensa inmunitaria contra la enfermedad. Recordemos que, hace menos de 100 años, la epidemia de influenza española de 1918 (muy previa a las campañas de vacunación, que ella clama que causan las enfermedades al exponernos a una infección “voluntaria”) infectó a 500 millones de personas en todo el mundo y causó la muerte a un número entre 50 a 100 millones de ellos (3-5% de la población del mundo, en ese entonces). En algunos países, como China, el impacto fue mucho mayor, con un 35% de su población total muriendo por causa de esta enfermedad viral. Muchas otras pandemias históricas (previas a las campañas de vacunación) han causado millones de muertes a lo largo de los últimos siglos (http://es.wikipedia.org/wiki/Pandemia).
Pero entonces, ¿es la vacunación buena o mala? La inmunización por exposición natural a una enfermedad es un proceso que tiene una baja tasa de efectividad comparada a la de la vacunación, lo que la hace riesgosa. Si súbitamente toda la población de la Tierra (en especial niños que no han todavía desarrollado inmunidad a varias enfermedades ya “erradicadas”) decidiera abandonar las vacunas, probablemente nos iría bien por algunos años. Pero de pronto, por la propia naturaleza de las actividades humanas, un brote surgirá (surgido de un explorador proveniente de la naturaleza, o de una granja porcina o avícola, o del descongelamiento de un glaciar conteniendo virus primitivos ahí conservados). Y con mucha certeza, las consecuencias en un mundo sobrepoblado se parecerán a las que tuvo China hace casi un siglo.
Y entonces, nos preguntaremos que porqué la ciencia no hizo algo. Pero muy en el fondo sabremos, que la culpa no es de ésta.