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La química nuestra de cada día

Miguel Ángel Méndez Rojas

Son las 6 de la mañana. La alarma de ese viejo despertador suena, impactando rítmicamente a través de una maquinaria de relojería una campana de bronce, una aleación de cobre (78%) y estaño (22%), que repite una melodía metálica. Un golpe con la almohada te devuelve 5 minutos a ese sueño en el que, casi por fin, conquistabas a la pelirroja de tus pesadillas, aunque en el fondo sabes que todo es una fantasía alimentada por la dopamina en tu cerebro y la depresión de actividad de las neuronas conteniendo serotonina. Un coctel de neurotransmisores pues. Cuando la luz del sol ya alcanza tu cama (son las 7:45 AM), los fotoreceptores instalados en el fondo de tu retina, dos tipos de neuronas conocidas como conos y bastones, recubiertas de fotopigmentos del tipo de la rhodopsina humana cambian su estructura molecular y mandan una señal eléctrica interpretable por tu cerebro algo así como: “¡Carajo, ya se me hizo tarde para llegar al trabajo otra vez!”. Te levantas a toda prisa, te desvistes y corres a la ducha.

Millones de moléculas de agua en su fase condensada líquida, mantenidas por fuerzas intermoleculares llamadas puentes de hidrógeno, ayudadas por la acción de un jabón manufacturado con grasas animales saponificadas empleando hidróxido de sodio y mezcladas con agentes humectantes, cremas y extractos aromáticos de plantas como lavanda y pétalos de flores hacen eficiente la tarea de remover la mugre de tu cuerpo y dejarte casi listo para salir. Diez minutos después te subes a tu auto, enciendes el motor (lo que desencadena una reacción de combustión de una mezcla de hidrocarburos alifáticos del tipo del isooctano, butano y 3-etil-tolueno) que genera suficiente fuerza de empuje al motor como para iniciar la marcha del vehículo. Ya que la combustión es incompleta, del escape de tu auto un humo blanquecino-grisáceo se levanta, mezcla de vapor de agua, dióxido de carbono, monóxido de carbono, óxidos de azufre y nitrógeno y millones de nanopartículas de carbono de entre 4 a 120 nanómetros de diámetro.

Llegas (tarde) al trabajo y tu corazón estresado por la carrera impulsa la sangre a tus mejillas, sonrojadas por la pena y el acelerado ritmo cardiaco. Millones de moléculas de hemoglobina viajan a una velocidad de 1 metro por segundo a través de venas y arterias, tratando de transportar suficiente oxígeno a los tejidos y al cerebro, recogiendo de paso el dióxido de carbono producto de la respiración celular. Te sientes hiperventilado y te detienes un segundo para tomar aire. Si no lo hicieses así, el incremento en la concentración de dióxido de carbono en tu cuerpo empezaría a desplazar el equilibrio de disolución de ese gas en tu sangre hacia la formación del ion carbonato ácido, con lo que tu sangre comenzaría a acidificarse, situación que pondría en riesgo tu equilibrio metabólico y tu vida. Dos minutos después ya estás sentado frente a tu escritorio, listo para la rutina: vender mercancía por telemercadeo. Abres tu carpeta de clientes y empiezas a marcar. “Buenos días estimado Sr. Malacara”- dices en la línea, siguiendo el guion prediseñado- “Le estamos ofreciendo un nuevo producto de la marca líder en el mercado TELEVASOURA. Por solamente 15 pagos de $300 pesos cada uno, usted puede recibir en su casa una maravilla que le cambiará la vida. Un frasco de 15 kilogramos de complementos vitamínicos y nutricionales que le darán la salud y vitalidad que siempre ha buscado. No deje pasar esta formidable oportunidad que solo el día de hoy su empresa consentida TELEVASOURA le está ofreciendo directamente hasta la comodidad de su hogar.”. Tomas los datos del cliente y te aseguras de que los números de su tarjeta de crédito estén correctos. A los 5 minutos volverás a repetir la rutina de marcar, llamar, convencer, vender. Tus dedos, los músculos de tus piernas y tu espalda te reclaman luego de 4 horas seguidas de ventas con un dolor ya familiar. El ácido láctico producido por la actividad física empieza a incomodar a las células musculares (miocitos) y exige satisfacción. Te levantas, te estiras un poco y sacas del primer cajón un frasco de medicamento contra el dolor e inflamación: ibuprofeno (ácido (RS)-2-(4-isobutilfenil)propanoico), un fármaco antiinflamatorio no esteroideo que tiene una acción rápida y efectiva. Un par de pastillas hacen su magia y tú sigues trabajando.

Treinta minutos más, y haces un alto para merendar. Ordenaste por teléfono un emparedado a un negocio cercano y ya te está esperando en una bolsa de papel (celulosa procesada) frente a ti. El pan artesanal que aglutina entre dos rebanadas pedazos de tocino (conteniendo grasas y proteínas), una rebanada de carne de pollo (condimentada con cloruro de sodio, almidón, fosfato monobásico de sodio, maltodextrina, lactato de sodio, lecitina de soya, citrato de sodio, sulfato ferroso, mononitrato de tiamina, riboflavina, ácido fólico, sacarosa, gluten y ácido oleico) y suficiente verdura (lechuga, jitomate, cebolla, pimientos, brócoli) como para que tu mamá no te pregunte nuevamente si es que estás comiendo suficientes vegetales. No faltaron tampoco las embarradas generosas de mayonesa (acido oleico, óxido de dihidrógeno, ácido acético al 3%, ácido cítrico, glucosa, etilendiamintetraacetato de calcio y glutamato monosódico), cátsup (ácido acético, fructosa, almidón, cloruro de sodio, glutamato monosódico). Lo acompañas con un refresco de dieta (agua carbonatada, ácido cítrico, almidón, benzoato de sodio, ester de glicerol, amarillo 6, dimetilpolisiloxano y agua, con saborizante a naranja). ¡Nada como una comida sana, nutritiva y libre de dañinas sustancias químicas!

Regresas a casa. Cansado. Satisfecho de un día más. No quieres dormirte de inmediato, sino terminar de ver 4 capítulos más de la miniserie del momento. Te vas directo al refrigerador y abres una bebida energizante, de esas del toro rojo. En aproximadamente 250 mililitros de esa bebida, te metes unos 27 gramos de azúcar (en realidad una mezcla de glucosa y fructosa), 1 gramo de taurina (un aminoácido no esencial), 6 gramos de glucuronolactona, 80 miligramos de cafeína y cantidades traza de vitaminas del complejo B. El incremento de azúcares en tu organismo te dará un poco más de energía para vencer el cansancio, mientras que la cafeína (un alcaloide estimulante, legal, pariente de la heroína, la morfina y la cocaína) te mantendrá alerta, mientras la glucuronalctona te da una sensación de bienestar, alejando los pensamientos depresivos de tu mente. Mientras tanto, la taurina (o ácido 2-aminoetanosulfónico) es un inhibidor del neurotransmisor LTP y, en cierta manera, regula la hipertensión, lo que te relaja un poco, te hace sentir descansado pero no somnoliento. La risa socarrona del niño amarillo en la televisión te contagia. Bostezas y mientras recuerdas nuevamente a la pelirroja de tus sueños y pesadillas, te preguntas en qué parte del sueño de esta mañana te habías quedado, mientras lentamente tus ojos se cierran, tu cerebro se aletarga, te sumerges en la etapa de segregación de serotonina, dopamina y norepinefrina características del sueño REM. La vuelves a ver: tan inalcanzable, tan atractiva. Será hasta otro nuevo día.

p.s. El 1° de Diciembre se celebra el Día del Químico. Vaya este breve escrito para todos mis queridos colegas en esta fascinante y necesaria profesión.

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